Ecuador en el Siglo XX

Ecuador en el Siglo XX en Ecuador

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Historia de Ecuador en el Siglo XX

Problemas a principios del siglo XX

Los liberales permanecieron en el poder, pero el poder real continuó en manos de los ricos comerciantes y banqueros de Guayaquil. Durante la Primera Guerra Mundial y el breve auge que le siguió, esta camarilla amplió su influencia y diversificó su capital con el fin de controlar la agricultura de la llanura costera. El cacao era el principal cultivo de exportación, al igual que en el período colonial, pero el azúcar y el arroz adquirieron cada vez más importancia.

A principios de la década de 1920 se produjo una depresión. El precio de los alimentos aumentó y las exportaciones en general disminuyeron. El sucre -la unidad monetaria nacional- cayó rápidamente en valor. Al mismo tiempo, las plantaciones de cacao del país se infectaron con un hongo que causa una malformación conocida como cuarto de brujas, y la producción se desplomó. Estas crisis trajeron descontento urbano, la formación de sindicatos en Guayaquil, disturbios y masacres por parte del ejército. Cientos de personas murieron durante disturbios y tiroteos en noviembre de 1922.

En 1925 el ejército entró en esta turbulenta situación, alegando que deseaba restaurar la unidad nacional y culpando de muchos de los problemas del país a los banqueros mercantiles de Guayaquil. Desafortunadamente, la revolución de 1925 trajo pocos cambios a las estructuras sociales y económicas de Ecuador.

Inicios de la Historia moderna

El período entre 1925 y 1948 fue de una turbulencia mayor que la que Ecuador había conocido. El aumento de la participación en el mercado mundial y en la política internacional significaba que el país ya no podía escapar de los enredos y las consecuencias de los conflictos ideológicos mundiales. Sin embargo, durante este período crucial, la desunión interna del Ecuador impidió la modernización de su estructura social, el sistema de tenencia de la tierra, la educación y las comunicaciones. Por lo tanto, el país estaba mal equipado para hacer frente a las exigencias de la época.

Desarrollo económico y pérdida de territorio en la década de 1940

Ecuador todavía sufría los efectos de la Gran Depresión cuando se involucró en la Segunda Guerra Mundial. Se puso del lado de los Aliados y permitió que Estados Unidos construyera bases militares en su territorio, pero desempeñó un papel poco directo en la guerra. Bajo el mandato del presidente Carlos Arroyo del Río, Ecuador se benefició de los precios más altos de las materias primas causados por la guerra, y los primeros años de la guerra fueron relativamente prósperos y tranquilos.

Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial tuvo un grave efecto secundario en el país. Los grandes territorios amazónicos reclamados por Ecuador nunca habían sido controlados efectivamente por el gobierno; gran parte del área estaba ocupada por grupos indígenas. Desde el siglo XVI, los peruanos se han ido asentando cada vez más a lo largo del Amazonas y sus afluentes. En julio de 1941, después de largas disputas diplomáticas y una serie de incidentes fronterizos, el ejército peruano invadió, se apoderó de gran parte de la disputada zona amazónica y devastó la provincia de El Oro. Las fuerzas ecuatorianas, mal entrenadas y equipadas, fueron fácilmente derrotadas, y la desgracia provocó el derrocamiento de Arroyo del Río. Estados Unidos y las demás grandes potencias estaban demasiado preocupadas por la Segunda Guerra Mundial como para permitir que estos pequeños conflictos destruyeran la unidad de los Aliados o interrumpieran la producción de materias primas vitales. Una conferencia de paz en Río de Janeiro en 1942 obligó a Ecuador a renunciar a sus pretensiones sobre gran parte de la región amazónica. Posteriormente, el Ecuador intentó reiteradamente reabrir la cuestión, alegando que el Protocolo de Río no establecía fronteras precisas y que, por lo tanto, las nuevas fronteras eran inválidas. Este constante irredentismo fue utilizado repetidamente por demagogos y ultranacionalistas, que distraían la atención y el esfuerzo de problemas internos urgentes.

Dominación de Velasco Ibarra después de la Segunda Guerra Mundial

La política y el gobierno después de la Segunda Guerra Mundial presentaron contradicciones. Ecuador disfrutó de un largo período de gobierno constitucional y de elecciones relativamente libres tras la presidencia del líder del PLR Galo Plaza (1948-52). También hubo dos largos interludios de gobierno militar (1963-66; 1972-79), pero el período estuvo dominado por uno de los grandes caudillos de América Latina, José María Velasco Ibarra. Velasco Ibarra, fallecido en 1979, fue presidente de Ecuador cinco veces, pero sólo cumplió uno de estos mandatos. Parecía capaz de ganar cualquier elección, tal era su popularidad entre las masas, pero sus mandatos estuvieron marcados por repentinos cambios de política, programas económicos contradictorios, arrebatos personales, suspensiones temporales de las libertades civiles e intervenciones militares. Algunos críticos afirmaron que Velasco Ibarra obtuvo el apoyo de grupos comunistas; otros dijeron que era el títere de poderosos grupos empresariales de Guayaquil. Pero ni éstos ni otros grupos pudieron controlar por mucho tiempo al errático Velasco Ibarra.

Su presencia política puede haber inhibido el desarrollo de partidos políticos coherentes y programas para cambiar la anticuada estructura social y económica del país, pero su atractivo personal atraviesa partidos e ideologías. Los partidos tradicionales -el PLR y el PC- fueron desorganizados por sus incursiones, y el crecimiento de partidos más nuevos, como los socialistas ecuatorianos y los socialcristianos, fue retardado. Los opositores alegaron que Velasco Ibarra imposibilitó el progreso económico porque las medidas constructivas tomadas por los gobiernos anteriores fueron detenidas o revertidas por los interludios de Velasco Ibarra.

Finales del siglo XX

Después de la última caída de Velasco Ibarra en el poder, en 1972, los oficiales militares gobernaron durante unos siete años antes de entregar el gobierno a un presidente civil elegido constitucionalmente (16 de julio de 1979). Los gobiernos civiles y militares de los años setenta no habían desarrollado una política firme para hacer frente al auge del petróleo que se produjo en esa década. El auge aumentó el tamaño y la riqueza de la clase media, llevó a la construcción de carreteras, muelles, oleoductos y otras infraestructuras, y provocó una fuerte inflación. Sin embargo, no se llevaron a cabo reformas estructurales básicas y los pobres sufrieron los efectos de la inflación, pero cosecharon pocos de los beneficios del auge del petróleo.

La muerte de Velasco Ibarra y la retirada de los militares del gobierno permitieron al país volver a un gobierno civil electo y a una nueva constitución en 1979. Jaime Roldós Aguilera, un joven socialdemócrata, fue elegido presidente en una plataforma reformista. Prometió una mayor igualdad social y una distribución más equitativa de los beneficios de la industria petrolera, pero fue incapaz de manejar la legislatura y pronto se enfrentó a su propio partido, la Concentración de Fuerzas Populares. Su popularidad aumentó después de una escaramuza fronteriza con Perú a principios de 1981, pero murió en un accidente de avión ese mismo año. Su sucesor fue Osvaldo Hurtado Larrea, del pequeño partido demócrata cristiano. La economía, deprimida por la caída de los precios mundiales del petróleo, se hundió en una espiral descendente, acompañada de una elevada inflación y una moneda que se deprecia.

León Febres Cordero, diputado de Guayaquil, fue elegido presidente en 1984. Su economía de libre mercado y su política exterior pro-estadounidense llevaron a Ecuador a una alianza más cercana con la administración estadounidense del presidente Ronald Reagan, pero Febres Cordero nunca fue popular en Ecuador. Los precios del petróleo continuaron bajando, y sus problemas con el Congreso Nacional y los militares lo llevaron a pedir su renuncia y, en una ocasión, a ser secuestrado por personal de la Fuerza Aérea durante medio día, hasta que accedió a liberar a uno de sus líderes. En marzo de 1987 suspendió el pago de intereses de la deuda externa de 8.300 millones de dólares del Ecuador después de que un terremoto destruyera parte de un importante oleoducto.

El opositor de izquierda Rodrigo Borja Cevallos fue elegido a la presidencia en 1988, pero parecía tener pocas soluciones a la crisis económica que empeoraba constantemente. Su mandato estuvo marcado por un importante levantamiento nacional en 1990, en el que grupos indígenas se manifestaron a favor de cuestiones como la reforma agraria; el levantamiento y las protestas subsiguientes empujaron al gobierno ecuatoriano a reconocer los derechos sobre la tierra de estos grupos indígenas y a abordar sus otras preocupaciones.

En 1992 Sixto Durán Ballén fue elegido presidente. Balanceó el presupuesto del gobierno, redujo las barreras comerciales, incorporó a Ecuador a la Organización Mundial del Comercio y alentó la inversión extranjera. Los beneficios de sus logros, sin embargo, fueron compensados en cierta medida por el conflicto: a principios de 1995, la prolongada disputa fronteriza con Perú estalló en una guerra fronteriza, lo que condujo a un estancamiento que persistió hasta que se firmó un acuerdo de paz el 26 de octubre de 1998. El país se quedó con una deuda de guerra paralizante.

Desde mediados de la década de 1990 hasta principios del siglo XXI, Ecuador experimentó varios años de agitación política, durante los cuales muchas personas ocuparon el cargo de presidente. El líder populista Abdalá Bucaram Ortíz fue elegido presidente en 1996; sin embargo, se volvió cada vez más impopular debido a su comportamiento errático y controvertido, y a principios de 1997 el Congreso lo destituyó del cargo y lo reemplazó por Fabián Alarcón Rivera. En las elecciones de 1998, el alcalde de Quito, Jamil Mahuad Witt, fue elegido presidente. A principios de su mandato, Mahuad se enfrentó a una grave crisis económica que alcanzó su punto máximo en 1999. Sus impopulares medidas de austeridad, implementadas para enfrentar la crisis, y sus altas tasas de inflación resultaron en manifestaciones públicas en contra de su liderazgo. En el año 2000 Mahuad tomó tal vez su decisión más impopular: adoptar el dólar estadounidense como moneda de Ecuador. Esta propuesta resultó ser su perdición, y poco después fue destituido de la presidencia en un golpe de estado dirigido por líderes indígenas y algunos miembros de las fuerzas armadas, entre ellos el coronel Lucio Gutiérrez Borbua. Los golpistas finalmente acordaron dejar que el vice presidente Gustavo Noboa Bejerano ascendiera a la presidencia, lo que efectivamente terminó con el golpe. Noboa continuó con la decisión de Mahuad de convertir la moneda ecuatoriana al dólar, a pesar de la impopularidad del plan. Sin embargo, esta conversión, así como el aumento de los precios del petróleo, contribuyeron a estabilizar la economía en 2001.

Autor: Black

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