Conflicto Fronterizo

Disputas o Conflictos Fronterizos en Ecuador en Ecuador

[aioseo_breadcrumbs] Ecuador-Perú. Solución al conflicto fronterizo a partir de 1995

El acta de Brasilia

El Ecuador y el Perú iniciaron en 1995 la búsqueda de un arreglo definitivo. La negociación fue larga y compleja, pero pese a las dificultades primó la idea de que postergar el arreglo no sólo significaba mantener el peligro de enfrentamientos bélicos con su costo humano y económico para dos países pobres; también suponía bloquear el desarrollo de una buena vecindad, necesaria entre dos naciones que tienen una raíz andina común, un desafío conjunto en la integración y una extensa frontera compartida, con poblaciones que mantienen un intercambio activo entre ellas.

Desde la década de 1980, en el Ecuador se había desarrollado una tendencia de búsqueda de un arreglo viable. En la década siguiente el país estaba ya maduro para adoptar una posición más realista y conciliadora sobre el diferendo. Para llegar a un arreglo viable el Ecuador debía aceptar el protocolo de Río de Janeiro, como base para una solución. En pleno conflicto del Cenepa, el presidente Sixto Durán Ballén declaró que el país aceptaba la vigencia del protocolo. La inmensa mayoría de ciudadanos lo respaldó, y la opinión pública se preparó para una negociación internacional en el marco de ese acuerdo.

La postura del Ecuador en la negociación planteó que debían delimitarse las imprecisiones de la línea demarcatoria del protocolo de Río de Janeiro y negociarse una frontera definitiva en aquella parte en que ese documento es inejecutable, la zona del Cenepa. Al mismo tiempo reclamó una salida amazónica para el país. La postura del Perú fue rígida respecto de la aplicación del protocolo, y no admitió ninguna posibilidad de negociar fuera de su contenido.

Desde 1995 hasta 1998 se sucedieron cuatro gobiernos en el Ecuador: los de Sixto Durán Ballén, Abdalá Bucaram, Fabián Alarcón y Jamil Mahuad. Al negociar con el gobierno del presidente Fujimori, en líneas generales todos ellos mantuvieron -aunque con obvias diferencias- una política consistente sobre la negociación, y demostraron voluntad de arreglar el diferendo. Esa continuidad de política se expresó en la presencia en el Ministerio de Relaciones Exteriores de dos diplomáticos profesionales que llevaron adelante el proceso: Galo Leoro Franco y José Ayala Lasso. Pero es importante reconocer que el país entero asumió una voluntad de paz más allá de las diferencias. Como nunca antes, el Ecuador estuvo unido y prácticamente todos los sectores aceptaron la necesidad de que el asunto fuera tratado como una cuestión nacional, al margen de las posturas políticas y de grupo. Ver el mapa de la evolución de las fronteras en Perú desde su fundación.

Luego de que el proceso sorteara numerosas dificultades, se logró acuerdos sobre navegación y libre comercio, integración fronteriza y medidas de confianza mutua. Pero los dos países no lograron ponerse de acuerdo sobre la demarcación de la frontera. Una comisión técnica en la que participaron expertos designados por los países garantes dio la razón al Ecuador en la demarcación de la zona Cuzumaza-Bombuiza, pero en el punto de fondo indicó que sí existía el divortium aquarum entre los ríos Zamora y Santiago, y que éste se colocaba en las altas cumbres de la cordillera del Cóndor, dando la razón al Perú. El Ecuador rechazó ese pronunciamiento y las negociaciones volvieron a paralizarse.

Cuando el presidente Jamil Mahuad se hizo cargo del poder el 10 de agosto de 1998, los dos países estaban en un punto de enfrentamiento. Mahuad asumió personalmente la negociación junto con el presidente del Perú. Luego de varias reuniones convinieron los dos mandatarios en pedir un pronunciamiento a los garantes, que a su vez se comprometieron a intervenir, siempre que el procedimiento fuera aceptado por los congresos nacionales y su pronunciamiento fuera obligatorio. Así se aceptó. Los garantes se pronunciaron y el 26 de octubre de 1998 se firmó en Brasilia el acuerdo de paz.

El acta de Brasilia

En virtud de los acuerdos, se dio la razón al Ecuador en su demanda sobre la zona Cuzumaza-Bombuiza, pero se aceptó la postura peruana sobre la cabecera del Cenepa. La frontera fue fijada por las altas cumbres de la cordillera del Cóndor. El territorio defendido por las tropas ecuatorianas en 1995 terminó bajo soberanía peruana. Allí el Ecuador recibió en propiedad un espacio de un kilómetro cuadrado en Tiwintza, un sitio simbólico para los ecuatorianos. En las cabeceras de los ríos Cenepa y Coangos se establecieron dos parques en los que la presencia militar de ambos países se limitó a la mantención de una base militar con no más de cincuenta soldados. El tratado respectivo ratificó el derecho del Ecuador a libre navegación por el río Marañón-Amazonas y sus afluentes septentrionales, y previó dos establecimientos comerciales ribereños, que el Ecuador puede usar por cincuenta años. Otro tratado está destinado a la promoción de la integración fronteriza. En términos limítrofes, como consecuencia de los hechos y los compromisos de 1941-1942, el Ecuador obtuvo un resultado desfavorable en el acuerdo de 1998. Pero éste debe verse en su globalidad. Y desde esta perspectiva, el Ecuador ha ganado la posibilidad de abrir actividades de navegación efectiva y comercio en la cuenca amazónica. Por su parte, el Ecuador y el Perú han ganado con la integración fronteriza y las perspectivas de reactivamiento económico de zonas tradicionalmente deprimidas a ambos lados de la frontera. Pero el triunfo más destacado es haber dado un paso decisivo en la consolidación de la paz. De este modo, las inversiones armamentistas pueden ser dedicadas al desarrollo.

Al cabo de más de siglo y medio de vida como país independiente, el Ecuador ha llegado a definir su frontera. Se ha pensado que el hecho de no haber logrado una salida directa al Marañón le ha quitado al país su carácter amazónico. Pero el Ecuador es un país amazónico, no sólo por el descubrimiento y por una larga historia de vinculación al Oriente, sino también porque esa región está ubicada en ese inmenso espacio del planeta que es la Amazonía. Justamente la aplicación de los acuerdos con el Perú puede viabilizar esa vocación amazónica del país, aunque el propio protocolo de Río de Janeiro le reconoce esa calidad. Posteriormente, en 1978, el Ecuador y otros países -Brasil, Colombia, Venezuela, el Perú, Bolivia, Guyana y Surinam- suscribieron un tratado de cooperación amazónica, cuyo objetivo es promover el desarrollo armónico de la Amazonía.

Fuente: Enciclopedia del Ecuador

El sentido de la paz

Esta paz recoge los principios más importantes en los que […] todos […] creemos: progreso, desarrollo, hermandad y el destino común. Recoge la armonía con la naturaleza porque hay disposiciones vinculadas con parques ecológicos, el respeto a los ríos; porque hablamos de una zona que pudo ser destruida y ahora se la presenta desmilitarizada por la paz.

Contiene la armonía con nuestras familias, porque nuestra familia -en este caso- es nuestro país. Tenemos que usar la paz para que nos una internamente, para que nos cohesione, para que nos permita enfrentar un futuro con fe y con optimismo.

Tiene la armonía con los vecinos, porque de eso se trata la paz: de diseñar con nuestro vecino del sur, el Perú, un acuerdo definitivo. Hay armonía con el pasado porque la paz respeta la memoria de nuestros antepasados. Pero hay armonía con el futuro, porque se está pensando en la proyección de nuestros pueblos a través de la integración, del desarrollo económico y social. Y aunque vivimos emociones encontradas en este momento, sentimos paz en nuestros corazones. Sentimos que podemos saludarnos, sonreirnos y confiar los unos en los otros. Es un cambio sustancial. La paz para nosotros es como una puerta: el acta que firmamos es el umbral de esa puerta. Y cuando uno la abre para cruzar adelante, se deja algo atrás. Lo que dejamos nos produce dolor, pero las esperanzas del futuro nos permiten seguir caminando.

Fuente: Tomado del discurso pronunciado por Jamil Mahuad, presidente del Ecuador, el 26 de octubre de 1998, con motivo de la firma del Acta Presidencial de Brasilia.

Efectos de las disputas fronterizas en los pueblos indígenas de Ecuador

os estados nacionales, una vez constituidos en el siglo XIX, definieron sus fronteras y territorios de una manera aproximada, dado que no siempre se disponía de evidencias concretas acerca de la geografía de esos lugares y de las personas que los habitaban. Con el tiempo, las extensas zonas limítrofes fueron cobrando interés para los estados y la explotación de sus recursos se convirtió en un asunto de soberanía, sin que importara a veces qué suerte corrieran los pobladores de esas zonas.

La última fijación de fronteras nacionales para el Ecuador fue producto de un enfrentamiento bélico con el Perú en 1942, luego de lo cual se firmó el Protocolo de Río de Janeiro de Paz y Límites, por el que una porción de territorio amazónico pasó a formar parte del Perú y algunos grupos humanos de los pueblos originarios fueron forzados a romper los lazos familiares y de amistad con otros tantos grupos al otro lado de la frontera, bajo la consideración de que eran ciudadanos de dos países distintos.

La relación y el uso de los recursos en las zonas de frontera se han visto perjudicados durante el más de medio siglo que dura el impasse limítrofe, tiempo en el cual se debieron cumplir exigencias nacionales que ignoraban las realidades culturales, sociales, comerciales y linguísticas de estas zonas fronterizas. Además, con el transcurso del tiempo y ante las cada vez más difíciles condiciones de comunicación, los vínculos se han debilitado sensiblemente. En la memoria oral de estos pueblos todavía pervive la imagen de los viajes a través de los ríos que nacen en el Ecuador y desembocan en el río Marañón. De igual forma, lo que hicieron las fronteras nacionales en el norte del país fue dividir y aislar de su contacto cotidiano a grupos de familias de la misma etnia (los pueblos indígenas awa y siona).

Fuente: Enciclopedia del Ecuador

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