Administración Pública

Administración Pública en Ecuador en Ecuador

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Historia: Situación administrativa a finales del siglo XVIII

Al iniciarse el siglo XVIII, los efectos de la crisis económica y los vaivenes jurisdiccionales de la Audiencia originaron en la sociedad colonial un ambiente de desconfianza de la autoridad metropolitana, que fue acentuándose en las décadas siguientes. Los conflictos entre la Iglesia y el Estado también aumentaron, pues la primera había logrado incrementar su riqueza y su control ideológico.

Después de la administración de Juan Pío Montúfar, marqués de Selva Alegre (1753-1761), el Estado acentuó su esfuerzo de centralización y aplicó una medida, muy controvertida, que consistió en el establecimiento del estanco o monopolio del alcohol y el tabaco, en 1764. La respuesta popular urbana a este hecho fue la Rebelión de los Estancos o Levantamiento de los Barrios de Quito, en 1765, que se sumó a la larga secuencia de levantamientos indígenas, duramente reprimidos por las autoridades.

La corriente de reformas se afianzó más a finales del siglo, cuando se incrementaron los ingresos fiscales sobre la base de un manejo racionalizado de la hacienda pública. Esto se inscribió dentro de un proyecto de reorganización administrativa más amplia que se tradujo en el establecimiento del sistema de Intendencias, de inspiración francesa, creado para imponer un control metropolitano directo sobre los gobiernos provinciales americanos.
En opinión de Terán, los ambiciosos objetivos de este programa no se lograron en Quito sino en forma muy parcial, debido a la oposición de la vieja burocracia y a la imposibilidad que existió para financiar el mantenimiento de los nuevos funcionarios.

El final del siglo coincidió con el inicio de la presidencia de Luis Francisco Héctor, barón de Carondelet (1799-1807), cuya actitud hacia las elites locales manifestó una clara tendencia a adherirse a las expectativas de esos sectores.

Carondelet se esforzó por recuperar jurisdicciones perdidas, así como la antigua categoría administrativa de la Audiencia. Además, reivindicó que Quito controlase la Superintendencia de Real Hacienda, con total independencia de Santa Fe, como se había hecho en otro tiempo. Encabezó, así mismo, la iniciativa de solicitar mayor autonomía para Quito, y la creación de una Capitanía General.

A inicios del siglo XIX, las tendencias autonomistas estaban a la vista. Los criollos habían logrado una significativa ampliación de su poder económico, especialmente con el robustecimiento del latifundio, pero continuaban excluidos del acceso al poder político. Sus tendencias autonomistas respecto de la metrópoli los conducirían en pocos años al rompimiento con ésta.

Fuente: Enciclopedia del Ecuador

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