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La Sierra de Ecuador en Ecuador

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La economía de la Sierra de Ecuador a comienzos del siglo XX

En el primer cuarto del siglo XX ya se habían modificado algunas relaciones económicas tradicionales en el Ecuador. La supresión del tributo indígena, la abolición del diezmo y el establecimiento de normas económicas, como la fijación de la moneda única, el sucre, a nivel nacional (1884), sumados a la construcción de vías de comunicación, promovieron las relaciones mercantiles en el interior de la región.

Estos cambios suscitaron transformaciones en los comportamientos y proyectos económicos de la elite de la Sierra centro-norte, entre la que, sin embargo, surgió un sector que se opuso decididamente a cualquier tipo de cambio, mientras otro se adhirió a las nuevas formas. Este último grupo fue el que emprendió actividades modernizadoras durante las primeras décadas del siglo XX; lo integraban quienes, superado el primer impacto desorganizador del ferrocarril, comenzaron a aprovechar los efectos benéficos del paso o la llegada de este importante medio de transporte e intercomunicación regional.

Por lo regular, estos terratenientes modernos tenían sus tierras en las inmediaciones de la vía férrea. Ciertamente imbuidos de un espíritu de progreso, se organizaron para promover sus fines; modernizaron sus haciendas, compraron abonos para mejorar sus cultivos, importaron ganado de calidad, fundaron bancos para generar crédito e importaron maquinaria para las nuevas fábricas. Sin embargo, en más de un caso, continuaron con las viejas relaciones de trabajo, entre ellas el concertaje. La llegada del ferrocarril a Quito (1908) no sólo aceleró el proceso de diferenciación de la clase terrateniente serrana, sino que inició un momento de gran prosperidad económica en la región, cuyo primer síntoma fue la revalorización del suelo y el consiguiente auge del mercado de tierras.

El desate de la Primera Guerra Mundial (1914), que significó para la Costa el inicio de la crisis cacaotera, tuvo para la Sierra centro-norte efectos positivos. Al reducirse el ingreso de productos importados, de los cuales se abastecían Guayaquil y sus zonas de influencia, las mercancías serranas (alimentos, harina, textiles y cueros), que ya llegaban por el ferrocarril a la Costa, comenzaron a venderse mucho más en el mercado interno y también a exportarse. El centro más dinámico de este fenómeno económico fue Quito, que, como consecuencia de ello y por ser la sede de la administración del Estado, creció demográfica y físicamente. La prosperidad económica fortaleció a los modernos hacendados serranos, que también diversificaron sus intereses -pasaron a ser industriales, comerciantes o banqueros- y que, además, quisieron recuperar el manejo del aparato estatal. La revolución de julio de 1925 respondió en gran medida a sus intereses.

La situación de la Sierra sur

Cuenca y la zona sur del país tienen una larga tradición de vínculos con Guayaquil, puerto utilizado para el desarrollo del comercio externo de la región. Indudablemente, la prosperidad y la crisis costeñas incidieron sobre este territorio, el cual, sin embargo, tenía su propia dinámica interna, que partía de una tradición productiva y comercial expresada a inicios de la década de 1920 en la fabricación y exportación de sombreros de paja toquilla, actividad que había empezado a adquirir cierta envergadura en el último tercio del siglo XIX. Su producción se basó en el trabajo de pequeños talleres artesanales urbanos y rurales; los exportaban grandes casas administradas por los terratenientes-comerciantes de la región. Esta zona también exportaba cascarilla y se dedicaba a la agricultura y la minería. Pero la principal actividad fue la artesanal, que descansó en el trabajo de miles de artesanos populares que elaboraban textiles y se dedicaban a la alfarería y a las curtiembres.

La Sierra sur, desplazada del eje Guayaquil-Quito, sufrió retraso y estancamiento, agravados por la lejanía y la carencia de buena infraestructura vial, sobre todo para Loja, que sufrió un permanente aislamiento. Algo más compleja fue la situación de la Amazonía, que no logró incorporarse al espacio nacional a comienzos del siglo XX; sólo la iniciativa privada y las comunidades religiosas enviaron misiones u organizaron en su territorio limitados programas de colonización.

Fuente: Enciclopedia del Ecuador

La sociedad de la Sierra a comienzos de siglo XX

La estabilidad y prosperidad económica de la Sierra centro-norte, especialmente de Quito, capital de la República y centro administrativo del Estado, hicieron que esta ciudad tuviera un gran crecimiento en las primeras décadas del siglo XX. También aumentaron las fuentes de trabajo en los sectores público y privado.

El proceso de diferenciación y diversificación clasista de las elites fue muy lento en esta región; como en la Costa, las poderosas y tradicionales familias terratenientes ingresaron a todo tipo de actividad económica, lo que constituyó una constante histórica en todo el siglo. Junto a las industrias surgió un pequeño grupo de trabajadores modernos, asalariados. Sin embargo, el grueso de los trabajadores lo constituía el importante movimiento artesanal, que cobró altos niveles de organización, todavía de carácter gremial y mutual hasta el tercer lustro del siglo XX. Hacia 1892 se fundó en Quito la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha (SAIP); en 1906, bajo la dirección de la Iglesia y de jóvenes de la aristocracia quiteña, se creó el Centro de Obreros Católicos; más adelante, ya en 1918, comenzaron a conformarse en la región los primeros presindicatos, como el de los panaderos o el de los operarios sastres, y en 1930 ya estaban constituidos los primeros sindicatos modernos.

A pesar del esfuerzo modernizante y de la abolición del concertaje en 1918, los indígenas continuaron siendo un grupo superexplotado y excluido de la vida ciudadana. Éste fue uno de los sectores del campo que emigró con más fuerza a la Costa y a las ciudades. Otro grupo atraído por la ciudad fue el de los pequeños y medianos campesinos blanco-mestizos pueblerinos, que, ya en las grandes urbes, principalmente de la Costa, sentaron las bases sociales del populismo liderado por José María Velasco Ibarra.

Fuente: Enciclopedia del Ecuador

Diversiones en el Ecuador a principios del siglo XX

En Quito […] el cine hizo su aparición en 1898 y, a más del «Teatro Sucre», los
teatros «Variedades» y «Edén» fueron los primeros que exhibieron películas. En un primer momento sólo Guayaquil y Quito contaron con cinematógrafos pero, paulatinamente, otras ciudades como Ambato, Ibarra, Riobamba y Babahoyo, pudieron gozar de «las vistas» que se convirtieron, desde el comienzo, en algo muy popular. Hasta principios de siglo, a más de la pelota nacional y el juego del boliche, no es posible hablar propiamente de deporte. Las primeras prácticas fueron el box y la esgrima; el año 1906 se inició la gimnasia en Quito y el fútbol no se introdujo sino hasta 1908 cuando se fundó el «Sport Club Quito». Paulatinamente, el deporte fue incrementándose y para 1920 ya se practicaron el atletismo, ciclismo, natación, basket, tenis, polo, golf, volleybal y también el montañismo. Indudablemente y desde un principio, el deporte favorito fue el fútbol; la cancha fue improvisada en El Ejido y éste fue el escenario de reñidos partidos entre quiteños y guayaquileños.

Entre las diversiones, y aunque en un comienzo fue más que nada un espectáculo, incluimos la aviación. En nuestro país se comienza a hablar de aviones a partir de 1911. En 1912, Cosme Renella fue enviado a Italia (para realizar estudios) y, en ese mismo año, llegó a Guayaquil el primer avión, pilotado por el chileno Eduardo Molina Lauin, quien efectuó sus demostraciones en el «Jockey Club». […] El 28 de enero de 1920 es quizá la fecha más importante para la aviación, pues luego de ir a Cuenca y Riobamba, aterrizó en «La Carolina», el campo de aterrizaje de entonces, el avión Telégrafo I pilotado por Elia Liut.

Fuente: María Antonieta Vásquez, «Familia, costumbres y vida cotidiana a principios del siglo XX», Nueva Historia del Ecuador

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